Cooler Master MasterFrame 400 Mesh combina modularidad FreeForm 2.0, malla frontal y soporte para GPUs de 390 mm en formato compacto

La MasterFrame 400 Mesh nace con una idea clara: que el formato compacto deje de significar renuncias. Cooler Master baja al terreno microATX/Mini-ITX el concepto MasterFrame (más banco de pruebas que torre tradicional) y lo convierte en una caja modular, respirable y manejable. No es un chasis para esconder cables y olvidarse; es una plataforma para montar, ajustar y volver a montar sin castigo.

FreeForm 2.0: modularidad que soluciona montajes reales

El sistema FreeForm 2.0 no se queda en marketing. Hay soportes reposicionables, paneles que se quitan sin pelear y anclajes donde los necesitas. Elegir orientación vertical u horizontal no supone un apaño: el armazón está pensado para ambas. Con GPUs de hasta 390 mm y torres de 190 mm, el límite lo pone tu lista de piezas, no la caja. El valor aquí es la repetibilidad: puedes iterar (cambiar AIO, mover un radiador, pasar cables por otra ruta) y el chasis acompaña sin forzar.

Malla delante, vidrio al lado: aire sin peajes ni turbulencias

El frontal de malla completa no es atrezo; es la puerta grande de entrada de aire. En un volumen contenido, ese detalle evita depender de ranuras mínimas y reduce la necesidad de subir RPM. Entre hasta nueve ventiladores y soporte para radiadores múltiples (incluido 360 mm en techo) puedes definir presión positiva limpia: entra aire fresco por delante, sale calor por arriba/atrás. El lateral de vidrio templado se limita a enseñar el interior sin obstaculizar el flujo principal.

Compacta, pero con holgura donde importa

La sensación al trabajar dentro no es de “caja apretada”. Hay espacio útil para manos y herramientas, puntos de sujeción lógicos y pasillos reales para gestión de cableado. Eso se traduce en menos tiempos muertos y menos riesgo de marcar componentes. La compatibilidad con AIO de 360 mm y hardware grande permite pasar de un perfil silencioso a uno de alto rendimiento sin cambiar de chasis.

Conectividad actual y arranque sencillo

El frontal llega bien surtido: 2 × USB-C 3.2 Gen 2x2, 2 × USB-A 3.2 Gen 1 y minijack 3,5 mm. Es lo que pides en 2025 para SSDs externos rápidos, capturadoras o DACs sin tirar de hubs. El SickleFlow ARGB de 120 mm preinstalado aporta flujo inmediato y una base estética discreta para quien no quiera llenar de tiras LED el interior desde el día uno.

Montaje y mantenimiento: menos contorsiones, más precisión

Lo que marca la diferencia es cómo se accede. Los ángulos de atornillado no exigen destornilladores imposibles y cambiar de disipador o recolocar un radiador no obliga a sacar la placa. La modularidad también ayuda en el mantenimiento: limpiar filtros, reorientar un ventilador o ajustar tensiones de cables es operación de minutos, no de tardes. En chasis compactos, ese ahorro de fricción es lo que separa un PC que evoluciona de otro que “se queda como está”.

Térmicas y acústica: constancia mejor que picos

El enfoque Thermal Excellence se nota en el uso de malla “de verdad” y en la cantidad de posiciones disponibles. La receta en pequeño es clara: más ventiladores a menos RPM. Con esa pauta, CPU/GPU se mantienen en su zona dulce sin ruido de feria. Si trabajas y juegas en el mismo espacio, la estabilidad acústica (sin rampas agresivas) vale más que un pico de CFM que luego hay que domar a golpe de curva.

Estética contenida que no resta protagonismo al hardware

El diseño evita excesos: bordes suavizados, detalles de aluminio y proporciones limpias entre malla y vidrio. Disponible en negro y plata, encaja tanto en un escritorio sobrio como en un setup con acentos RGB. La iluminación del SickleFlow no invade; acompaña. La caja actúa como marco, no como espectáculo en sí mismo.

¿Para quién es?

• Jugadores que quieren rendimiento alto sin caer en una torre XL: GPUs largas, buen aire frontal y AIO de 360 mm como opción.
• Creadores que alternan edición y render y necesitan silencio sostenido y margen térmico.
• Entusiastas que disfrutan probando configuraciones; la orientación horizontal evita “sag” en GPUs pesadas y la vertical luce el hardware con el vidrio.

Tres chequeos evitan sustos. Uno, si vas a techo con AIO, revisa altura efectiva radiador+ventiladores para no invadir VRM/RAM en placas microATX densas. Dos, con gráficas muy pesadas, valora soporte anti-sag o la orientación horizontal; la caja te da ese plan B. Tres, la malla ayuda, pero en entornos polvorientos conviene ciclo de limpieza programado: mantener filtros al día preserva las temperaturas que te convencieron el primer mes.

Lo que aporta frente a otras compactas

Muchas cajas pequeñas resuelven el tamaño a base de cerrar entradas y forzar curvas de ventilador. Aquí la ecuación cambia: entrada franca, salida directa y modularidad para que seas tú quien decida dónde poner el rendimiento y dónde el silencio. La conectividad frontal evita adaptadores y la estructura facilita la evolución del equipo sin rehacerlo todo. Es un planteamiento más de plataforma que de “carcasa bonita”.

La MasterFrame 400 Mesh devuelve al formato compacto la sensación de control: eliges orientación, eliges flujo, eliges cuánto silencio compras con RPM bajas. FreeForm 2.0 se nota en cada cambio; la malla hace el trabajo sucio del aire y la compatibilidad con hardware grande cierra el círculo. Si buscas una caja que permita crecer y ajustar sin castigos, esta propuesta cumple: pequeña en huella, amplia en posibilidades.

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